Proteger sin escuchar a los protegidos
El proyecto provincial pone en manos de expertos la suerte
de restos arqueológicos, pero no toma en cuenta a los indígenas.
En Punta Querandíes (Punta Canal, Tigre), un emprendimiento inmobiliario puso en riesgo el yacimiento.
Imagen: Guadalupe Lombardo
Un proyecto de ley sobre protección de patrimonio arqueológico,
recién ingresado a la Cámara baja de la provincia de Buenos Aires,
generó polémica entre los actores vinculados con la temática. La
propuesta, impulsada por la diputada Fernanda Antonijevic (GEN), busca
legislar sobre el vacío legal en la materia e impulsar la
valorización de los bienes materiales y de los restos humanos.
Referentes indígenas e investigadores cuestionaron centralmente que la
iniciativa no participó ni reconoce los derechos de los pueblos
originarios.
A través de sus 74 artículos, el proyecto define, entre otras
cuestiones, los objetos a proteger, sitios a explorar, personas con
derecho a investigar, lugares de guarda para los objetos y penas para
quien incumpla lo normado. El artículo 30 indica que las comunidades
indígenas “podrán constituirse en custodia” de los restos humanos
encontrados, que sean reclamados como sus antepasados. Entre los
requisitos para la restitución se exige el reconocimiento por el
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, y la comprobación de la
filiación directa con los restos mortales. A cargo de definir la
solicitud de restitución estará la autoridad de aplicación, a cargo de
arqueólogos, pero sin participación de los pueblos originarios.
Aunque una comunidad reclame a sus ancestros, se da hasta ocho
años de plazo para que los científicos permanezcan con éstos en su
poder, y a su vez los podrán “destruir en pequeñas porciones para su
análisis” –tal como señala el proyecto, elaborado por el arqueólogo
del Conicet Daniel Loponte, asesor de la diputada–, sólo con el aval
de la autoridad de aplicación.
La antropóloga Mariela Eva Rodríguez (Conicet) señaló que el
proyecto cita la Ley de Restitución de Restos Mortales de Aborígenes
(25.517) y la Constitución nacional, pero “excluye justamente los
pasajes que refieren a la consulta previa libre e informada y la
participación” de los pueblos indígenas.
Por su parte, Mario Barrios, del pueblo coya y miembro del
Consejo Provincial de Asuntos Indígenas (CPAI) –dependiente de la
Secretaría de Derechos Humanos–, fustigó: “Se avala la idea de que a
nuestros ancestros los debe tener el Estado, que nos considera una
cosa folclórica”, definió, y remarcó que en el CPAI no fueron
consultados para el armado del proyecto. Pedro Moreira, quechua del
Movimiento en Defensa de la Pacha de Punta Querandí (Tigre), agregó
que “se ignora la Constitución” que marca que “a los pueblos indígenas
se los debe escuchar”.
Moreira sostiene que “los restos humanos indígenas no deben
removerse”, pero cuando a partir de emprendimientos inmobiliarios o
rurales aparecen materiales arqueológicos o restos humanos, tanto la
ley nacional 25.473 como este proyecto entienden que dichos restos
debe identificarse, registrarse y extraer toda la información de valor
científico en detrimento de los derechos de los indígenas. Es por eso
que el Inadi planteó reformular la norma nacional.
Rodríguez enmarca este proyecto dentro de una “perspectiva
positivista, propia de fines del siglo XIX y principios del XX”, que
“invisibiliza a los indígenas”. En esa línea, María Luz Endere,
arqueóloga del Conicet, también observó que se mantiene la
jerarquización de ciertas voces: “Los diputados como representantes del
pueblo deben consultar a las distintas partes involucradas, en este
caso particular a las comunidades indígenas”.
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